Hola a tod@s!
Con motivo del aniversario del nacimiento de María Moliner, el 30 de noviembre de 1900, quiero dedicar este espacio para recordar y visibilizar la vida y obra de esta gran mujer, que a pesar de su gran aportación a nuestro idioma, nunca tuvo el reconocimiento que se merecía, debido a su condición de mujer.
Que triste cuando la sociedades premian o castigan por motivos de género y no por los logros de una persona.
María Moliner Ruíz; Paniza, 1900 - Madrid, 1981 Filóloga española.
Formada en la Institución Libre de Enseñanza y en la Universidad de
Zaragoza, desempeñó importantes cargos en el campo profesional de las
bibliotecas y archivos, y redactó durante muchos años el Diccionario de uso del español, que apareció en dos volúmenes en 1966 y es uno de los repertorios lexicográficos más importantes con que cuenta el español.
Tiene más entradas y acepciones que el de la Real Academia Española y lo supera ampliamente, como al Casares,
pues Maria Moliner, a lo largo de años, sobre miles y miles de fichas,
estudió el significado y papel de cada palabra castellana según el
contexto en que apareciera, añadiendo a sus definiciones y ejemplos el
origen de los usos de las palabras y de las expresiones de la vida
cotidiana.
Una nueva edición del Diccionario apareció en
1998, con importantes ajustes sobre la parte gramatical, nuevos términos
acordes con la realidad social y la tecnología, y la incorporación de
vulgarismos que, por razones de censura o por decisión personal de la
autora, tenían una presencia limitada en la edición de 1966.
Madre
de cuatro hijos, inició la labor lerxicográfica del diccionario con la
intención de obtener unos beneficios que ayudasen a uno de sus hijos a
financiar una clínica. Pensó que cinco años serían suficientes para
concluir el trabajo, pero finalmente se pasó quince frente a su máquina
de escribir, su lápiz y su goma de borrar. Moliner fue una de las
primeras mujeres universitarias españolas.
Pudo haber sido la primera mujer académica de la Lengua
y para ello fue postulada. Pero ni su tarea, perfectísima y monumental,
ni su vigor intelectual, ni su más que probado conocimiento del
español, bastaron para vencer en los «inmortales» más apolillados el
prejuicio contra su sexo. Murió en Madrid a los 81 años.
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