Hola a todos
Continuamos con la campaña de visibilización y reconocimiento de las mujeres, con la publicación de una entrada basada en el artículo "Heroínas indígenas" del periodico digital El Diario.es, y recomendado por Mireya.
Durante generaciones, las sociedades industrializadas han sometido a las
mujeres indígenas y tribales, y a sus comunidades, a una violencia
genocida, a la esclavitud y al racismo con el objetivo de robar sus
tierras, recursos y mano de obra. Con motivo del Día Internacional de
la Mujer, Survival International presenta esta galería que retrata, no
solo muchas de las tragedias que han sufrido las mujeres indígenas, sino
también los perfiles de algunas de ellas, inspiradoras y valientes
mujeres del pasado y del presente que han luchado y siguen luchando por
sus tierras, sus modos de vida y sus derechos humanos fundamentales.
POCAHONTAS (NORTEAMÉRICA)
Pocahontas era la hija de Wahunsonacock, el jefe de la tribu nativa
norteamericana powhatan. Los indios powhatanes pertenecían a una
confederación de unas treinta tribus; su hogar era la región que los
colonos europeos llamaron Virginia. El verdadero nombre de Pocahontas
era Matoaka; Pocahontas era un apodo que significaba "Pequeña
silenciosa". Se piensa que a los doce años salvó al capitán inglés John
Smith de ser ejecutado, después de que este hubiera sido capturado por
un grupo de hombres powhatanes. Pocahontas fue aprisionada por los
ingleses en 1613. Durante su cautiverio cambió su nombre por el de
Rebecca, se convirtió al cristianismo y contrajo matrimonio con el
inglés John Rolfe, con quien tuvo un hijo, Thomas Rolfe. John Rolfe y
Pocahontas se embarcaron hacia Inglaterra en 1616, donde fue presentada
al rey Jaime I y ante los miembros de la alta sociedad inglesa como una
"salvaje civilizada". En 1617, al inicio de su viaje de regreso a los
Estados Unidos, Pocahontas enfermó gravemente y murió en Gravesend,
Reino Unido, a la edad de 22 años. En un mensaje del registro parroquial
de la iglesia de Gravesend donde fue enterrada se puede leer: Rebecca
Wroth, mujer del caballero Thomas Wroth, una mujer de Virginia, fue
enterrada en el presbiterio. Su hijo Thomas regresó más tarde a su
casa. Muchas son las personas que se proclaman descendientes de
Pocahontas.
ANGATA (ISLA DE RAPA NUI)
Entre Tahití y América del Sur se encuentra Rapa Nui, la isla habitada
más remota de la Tierra. También conocida como la isla de Pascua, es
famosa por sus moáis, enormes estatuas de piedra que se erigen como
centinelas sobre los flancos cubiertos de hierba de un volcán ya
extinguido. Los moáis fueron tallados por los indígenas rapanúis, que ya
llevaban siglos viviendo en la isla cuando se registró el primer
contacto con europeos en el siglo XVIII. A finales del siglo XIX su
población resultó diezmada por los traficantes de esclavos peruanos,
tras lo cual Chile se anexó la isla y la convirtió en un gran rancho
para ovejas. Los rapanúis fueron desposeídos de sus tierras, sustento y
derechos humanos y obligados a vivir en condiciones denigrantes. El
historiador Stephen Fischer escribió que Rapa Nui se hizo tristemente
célebre como la colonia peor administrada de las islas del Pacífico. En
1914, sin embargo, los rapanúis se rebelaron contra los colonizadores.
La revuelta fue inspirada por su líder y visionaria Angata, quien soñó
que la isla pertenecía una vez más a su pueblo. Angata fue descrita por
la antropóloga británica Katherine Routledge, quien vivía en la isla en
aquel momento, como una frágil anciana de pelo canoso y mirada
expresiva, poseedora de una personalidad inequívocamente atractiva y
magnética. Pero cuando Angata falleció las protestas murieron con ella.
No fue hasta 1964 que Chile puso fin al régimen militar arbitrario en
Rapa Nui.
LAS MUJERES EN LAS TRIBUS DE LA AMAZONIA BRASILEÑA
Las mujeres de las sociedades industrializadas todavía luchan por
conseguir la igualdad con los hombres. Muchas de sus homólogas en las
sociedades cazadoras-recolectoras, sin embargo, conocen desde hace
tiempo la igualdad de género. La dependencia mutua de los alimentos que
consigue cada uno de ellos (los hombres cazan y las mujeres recolectan)
ha propiciado el desarrollo de sociedades igualitarias durante
generaciones. Para las mujeres de la tribu de cazadores-recolectores
awás, en la Amazonia brasileña, la sociedad igualitaria es lo normal.
Los cazadores-recolectores hadzas, una tribu del norte de Tanzania,
también tienen en alta estima la igualdad. Las mujeres hadzas disponen
de una gran autonomía y participan de forma igualitaria a los hombres en
los procesos de toma de decisiones. Y cuando los misioneros católicos
llegaron a las orillas de la península de labrador-Quebec, en el noreste
de Canadá, muchos quedaron horrorizados por el nivel de independencia y
poder de las mujeres innus. En una Europa donde las mujeres eran
vistas, por lo general, como inferiores a los hombres, las mujeres innus
eran mucho más libres dentro y fuera del matrimonio y con frecuencia
decidían dónde y cuándo acampar en sus largos viajes por las extensiones
subárticas de su tierra natal, Nitassinan.
UNA CURANDERA BOSQUIMANA
Los bosquimanos son el pueblo originario del sur de África. Entre 1997 y
2002 casi todos los bosquimanos fueron expulsados de sus hogares en la
Reserva de Caza del Kalahari Central (CKGR, según sus siglas en inglés) y
conducidos a campos de reasentamiento fuera de la reserva, donde no
solo se les niegan sus medios de vida, sino que son humillados por
actitudes racistas endémicas. Que nos llamen primitivos. Que nos llamen
gente de la Edad de Piedra. Nuestro modo de vida nos viene bien. Hemos
visto el desarrollo, y no nos gusta, dijo una mujer bosquimana. Xlarema
Phuti, una curadora bosquimana, fue expulsada a la fuerza de Molapo, su
hogar ancestral en la reserva, por el Gobierno y trasladada a Nuevo
Xade, un campo de reasentamiento gubernamental conocido como el "lugar
de la muerte". Xlarema habló con Survival International sobre los
poderes curativos de la tradicional danza del trance de los bosquimanos y
sobre la tristeza que ha experimentado desde que los bosquimanos fueron
expulsados de sus tierras. Cuando estoy bailando en la danza del
trance, hablo con los ancestros para que me ayuden a curar al enfermo,
dijo.
ELIZABETH PENASHUE
Elizabeth “Tshaukuesh” Penashue es una mujer innu de 84 años de
Sheshatshiu, en Labrador. Durante muchos años, cada primavera, ha
liderado un recorrido a pie por las montañas Mealy con el objetivo de
que los jóvenes innus reconecten con las tierras en las que han vivido
durante casi 8.000 años. No quiero ver que mis hijos lo pierden todo. No
quiero que pierdan su identidad innu, su cultura y su vida. Antes de
marcharme tengo que enseñar a los niños. Si nadie enseña a nuestros
hijos, ¿qué pensarán cuando crezcan? ¿Pensarán ‘no soy innu, soy un
blanco’? Es importante saber quién eres. Yo soy innu. Esta tierra es mi
vida. Estoy orgullosa de haber nacido en una tienda de campaña. Sin
enfermera, sin médico. Mi padre ayudó a mi madre a dar a luz. Cuando
camino por estas tierras, siento que voy a casa, a un lugar que me
pertenece. El lugar innu. Elisabeth comenzó su décimo tercer y último
recorrido el pasado mes de febrero de 2014. Antes de empezarlo, sin
embargo, descubrió que el acceso a la tierra ancestral innu alrededor de
Muskrat Falls le ha sido denegado por parte de la corporación
energética Nalcor, que construye un faraónico proyecto hidroeléctrico en
el área.
DAMIANA
Damiana pertenece a la tribu guaraní-kaiowá. Se piensa que este pueblo
indígena fue uno de los primeros en ser contactados cuando los europeos
llegaron a Sudamérica. Hubo una vez en que ocuparon una tierra de bosque
y llanuras en Brasil que se expandía por 350.000 km cuadrados. Los
guaraníes cazaban libremente en su hogar, y plantaban yuca y maíz en sus
huertos. Sin embargo, durante el último siglo casi todo su bosque les
ha sido robado y transformado en inmensas y secas parcelas de haciendas
ganaderas, campos de soja y plantaciones de la prominente caña de
azúcar. Hace una década, los terratenientes ganaderos intimidaron a
Damiana y a su familia y la expulsaron de sus tierras ancestrales. Desde
entonces, ha vivido en condiciones degradantes junto a una carretera.
Su marido y tres de sus hijos han muerto atropellados. En septiembre de
2013, sin embargo, lideró una valiente y peligrosa “retomada”
(reocupación) de la plantación de caña de azúcar que ha invadido su
tierra ancestral. Una retomada ha sido desde hace tiempo la esperanza y
el consuelo de Damiana: la aspiración que la ha mantenido durante los
brutales años de la expulsión, en medio del miedo, la humillación, la
malnutrición, la pérdida, la enfermedad y la depresión. Hemos decidido
luchar y morir por nuestra tierra, dijo Damiana.
LEONOR (COLOMBIA)
Las montañas de la Sierra Nevada de Santa Marta, en el norte de
Colombia, forman la cordillera costera más alta del mundo. Los picos
nevados que se elevan por encima de las boscosas laderas, siempre
cubiertas de nubes, y los ríos que nacen del deshielo de las cumbres son
sagrados para el pueblo indígena arhuaco y para sus vecinos, los kogis,
los arsarios y los kankuamas. Los arhuacos han vivido aquí desde hace
miles de años. Para ellos, la Sierra Nevada es el corazón del mundo; se
denominan a sí mismos los “Hermanos Mayores” y creen que tienen una
sabiduría y comprensión místicos superiores a los de otros pueblos.
Leonor Zalabata, una líder arhuaco que ha trabajado sin descanso en la
defensa de los arhuacos y de los derechos de los 102 pueblos indígenas
de Colombia, se reunió por primera vez con Survival International
durante los años 90, cuando los insurgentes de la guerrilla de
izquierdas establecieron su campamento en la tierra de los arhuacos y
los sometieron a un periodo de brutal violencia. Muchos líderes arhuacos
fueron asesinados. A pesar del peligro constante, Leonor ha dedicado su
vida a denunciar los abusos contra los indígenas de Colombia. Ha
trabajado con el Grupo de Trabajo para los Pueblos Indígenas de Naciones
Unidas y con el Foro Permanente para Cuestiones Indígenas de la ONU. La
Sierra Nevada de Santa Marta (…) es el corazón del mundo, dice. Aquí es
donde nuestros espíritus descansan y permanecen. Cuando una niña nace,
en nuestra cultura decimos que la montaña ríe y los pájaros lloran.
MUJERES DONDRIA KONDH (INDIA)
Ser una mujer dongria kondh de las colinas de Niyamgiri en el estado de
Odisha, en la India, es estar íntimamente conectada con tu tierra.
Llevan milenios viviendo prósperamente en las frondosas colinas
boscosas, con sus arroyos perennes y los gigantescos árboles de yaca. Se
llaman a sí mismas jharnia, que significa protectoras de los arroyos.
Durante los últimos diez años las mujeres dongria kondhs han trabajado
codo con codo con los hombres drongrias para proteger a Niyamgiri de los
devastadores planes de Vedanta Resources para construir una mina de
bauxita a cielo abierto en su montaña más sagrada, Niyam Dongar, la
“montaña de la ley”. Una de sus acciones fue formar una cadena humana
alrededor de la base de la montaña para evitar que las excavadoras de
Vedanta la destruyeran. En agosto de 2013, los dongria kondhs rechazaron
por mayoría absoluta la apertura de una mina a cielo abierto de
bauxita, del gigante minero británico Vedanta Resources, en su montaña
sagrada. Esto supone un triunfo sin precedentes para los derechos
indígenas. Muchos de los dongrias más representativos, aquellos que han
protestado públicamente y han viajado 1.600 km hasta Delhi, exigen que
la policía libere a los líderes que permanecen detenidos, entre los que
también hay mujeres. No entregaremos a nadie nuestros bosques, dijo una
mujer dongria. Todas las mujeres están dispuestas a ir a la cárcel por
esto. En enero de 2014, su persistencia dio resultados: el Gobierno de
la India anunció que la mina no sería aprobada.
NICOLASA QUINTREMAN (CHILE)
La chocante ironía que rodea a la muerte de Nicolasa Quintreman, de 73 años, es inexorable.Esta
mujer indígena pehuenche mapuche, había protestado pacíficamente contra
la construcción de la presa de Ralco, en el río sagrado Bío Bío de
Chile, que fluye a través de su territorio ancestral desde la laguna de
Galletué hasta el Pacífico. Durante
una década, la pequeña Nicolasa y su hermana Berta se negaron a
marcharse de sus hogares, y con el apoyo de un grupo de compañeros
mapuches bloquearon las carreteras y puentes de acceso a la montaña con
el objetivo de evitar que la empresa hidroeléctrica Endesa pudiera
acceder al lugar donde se estaba construyendo la presa. Muchos mapuches
fueron detenidos y muchos otros calificados de "terroristas" por su
protesta pacífica en defensa de sus tierras. Finalmente,
Nicolasa y su hermana, así como las comunidades mapuches, fueron
obligadas a trasladarse de sus hogares a zonas más elevadas. Se les
prometió compensación económica y otros incentivos por el
desplazamiento, buena parte de los cuales, según parece, no fueron
entregados. En
diciembre de 2013 el cuerpo sin vida de Nicolasa Quintreman apareció
flotando trágicamente en el embalse de Ralco, el mismo lago artificial
que ella había intentado evitar que Endesa construyera. Nosotros
que estamos aquí al lado (...), tenemos que ser nosotros; tenemos que
defender hasta que nosotros podamos. Ustedes no me van a venir a decir a
mi casa. Yo seré como seré. Seré pobre, seré como sea, pero están en mi
casa, están donde me crié.
Las mujeres indígenas conocen desde hace décadas el desplazamiento
brutal, el terror, el asesinato y la violación a manos de invasores. Han
sufrido la humillación de gobiernos que perpetúan la idea de que, de
alguna manera, son “atrasadas” o “de la Edad de Piedra”. Han visto cómo
les arrebataban sus tierras, cómo aniquilaban su autoestima y cómo sus
futuros se volvían inciertos. Incluso en el siglo XXI existe el mito de
que las mujeres indígenas y sus comunidades son pueblos arcaicos
condenados a extinguirse de forma natural. Pero es únicamente este
concepto el que está anticuado, no ellos. Las mujeres indígenas no están
“atrasadas” ni son “primitivas”; tienen sociedades complejas y en
evolución que florecen cuando se las deja perseguir las formas de vida
diversas y autosuficientes que han desarrollado a lo largo de los
siglos. A pesar de su sufrimiento, la resistencia de muchas mujeres
indígenas sigue aumentando en la actualidad. Survival International
lleva cuarenta y cinco años ayudando a los pueblos indígenas a defender
sus vidas, proteger sus tierras y decidir su propio futuro; y seguirá
haciéndolo hasta que las mujeres indígenas y sus familias puedan
permanecer en sus tierras y vivir como elijan.